jueves, 16 de junio de 2016

CUENTOS DE TACNA

Un ruido llamó la atención de Rafael hacia la ventana. EraManuel quien lo llamaba, alcanzándole un cigarrilloencendido: "pal frío" -le gritó-. Rafael oyó cómo cantabanlos chihuancos desde sus nidos. I sintió la fuerza de losvientos que luchaban por arrancar las ramas de losárboles, el murmullo de sus hojas le fue adormeciendotodo el cuerpo. Cuando Manuel volvió a mirar a través dela ventanilla, vio que Rafael continuaba arrodillado dentrodel círculo, estaba inmóvil como una estatua.Manuel metió la mano por debajo del poncho i sacó doscigarrillos: "pal frío", le dijo a Marcos, alcanzándole unode los cigarrillos. Desde afuera oían un ronquidoaflautado, seguido de una tos seca.Crees tú que nos hemos convertido en verdugos denuestros hermanos? -preguntó Manuel.No sé. Yo sólocumplo órdenes. I, eso lo aprendimos en el ejército. Ya note acuerdas? Hummm -masculló Manuel moviendo lacabeza i agregó: "Pero yo sé que estamos haciendo mal".Marcos no respondió. El viento había sido vencido i lalluvia empezaba a disparar sus primeros granizos. Marcos iManuel se vieron obligados a refugiarse en el templo.Sintieron olor a incienso i a ceras e instintivamente oyeronen toda la iglesia la musiquilla monótona i tristona de losdomingos. Vieron en una caja de vidrio cálices de plata ide oro; las casullas, bordadas con hilos amarillos, coníconos i cruces en alto relieve. Una lucecita rojaalumbraba todo el Altar Mayor. Cuando dejó de llover: eldía se fue aclarando. La primera luz que se filtró por unade las ventanas cayó sobre la tapa roja del misal.La neblina parecía que hubiera descendido hasta las faldasde los cerros. Los pájaros dejaban oír su canto por todaspartes, rompiendo la quietud de la mañana. Las palomascircunvolaban en torno al templo.

0 comentarios:

Publicar un comentario